Y yo que creía superada la etapa en que tenía que explicar a mis amigos y familiares en qué consistía esa extraña profesión que había elegido: la investigación. Y ya no digamos cuando te pedían que les contaras “exactamente” en qué trabajabas. Algunos piensan que me he puesto a dar el tiempo en la televisión. Otros que me dedico a ajustar balanzas. En fin, señores y señoras (amigos/as todos/as), que ahora soy metrólogo. Si, ¿metrolo…qué?
Historias del metro
Lo primero que suelo hacer para explicar mi nuevo trabajo es recurrir a la etimología. Metrología contiene la palabra metro. ¿Ahora alguien tiene ya idea de lo que hago? Pues la metrología tiene que ver con las mediciones. Es la ciencia y el “arte” de medir “bien”. Pero, ¡ojo!, medir “bien” no es sólo medir con cuidado, o utilizando los procedimientos e instrumentos adecuados. Así, la metrología, como ciencia de las mediciones y sus aplicaciones que es, incluye todos los aspectos teóricos y prácticos de las mediciones, cualesquiera que sean su incertidumbre de medida y su campo de aplicación.
La temperatura de los pollos en el mercado – la metrología está presente en nuestra vida cotidiana.
Como me gano la vida con esto, tengo que recordarte que las mediciones exactas son importantes en los procesos industriales, la medicina, la aviación y las ciencias. Pero también se requieren en todas las partes de la vida diaria. Sea en el mercado donde se compran las frutas midiendo en kilogramos, en la estación de servicio donde se paga la gasolina por litro o conduciendo el coche y midiendo la velocidad en kilómetros por hora.
Seguro que estás acostumbrado a medir las distancias en metros y kilómetros, como yo. Lo hacemos con naturalidad y da la impresión de que estas unidades de medida existen desde siempre. ¿Pero fue realmente siempre así? La verdad es que la necesidad de medir tiene su origen hace mucho tiempo, cuando se intercambiaban alimentos y objetos (¿te suena eso del trueque?). Así, para ponerle precio a lo que se ofrecía, surgieron unidades para la longitud o el peso. Al principio las mediciones se hacían con unidades que se referían a partes del cuerpo, como son el pie o el codo. Pero, claro, ¡no todos los pies o codos son iguales! Así que se inventaron unidades e instrumentos de medida que fueran compartidos por todos. Con el tiempo, incluso, surgió la necesidad de encontrar un sistema de medidas completo y común a los distintos países.
Breve historia de la metrología.
Así es como se llega al año 1875, en que se firmó un tratado diplomático entre 17 países. ¡Este tratado fijaba el Sistema Métrico Decimal de unidades!. No sé si sabes que hay siete unidades básicas, y que todas ellas se basan en fenómenos físicos fundamentales. Solamente el kilogramo tiene como referencia un prototipo que se encuentra en Francia. Todas las demás unidades se derivan de estas unidades básicas (denominándose, por ello, unidades derivadas).
En la actualidad, en cada país hay un laboratorio nacional donde se realizan o reproducen los patrones de medida para las unidades: el metro, el segundo o el kilogramo, entre otras. Estas unidades forman parte del Sistema Internacional de Unidades (SI). En España, la infraestructura metrológica tiene en su cúspide al Centro Español de Metrología (CEM) y sus laboratorios asociados en el Laboratorio de Metrología de Radiaciones Ionizantes (LMRI) del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), en el Instituto de Óptica Daza de Valdés (IO) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), en el Laboratorio Central Oficial de Electrotecnia (LCOE), en el Real Observatorio de la Armada en San Fernando (ROA) y en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Sin embargo, se mide “bien” en todo el país. En la industria, el comercio, la ciencia, la educación o los servicios. Y ello también constituye parte importante de la infraestructura metrológica española.
Fuente: Emilio Castro
http://www.hablandodeciencia.com/articulos/2014/06/23/metrologo/